Las cosas que uno descubre a último minuto.

No voy ni a comentar sobre esto. Qué fuerte. Véanlo!

Iris Chacón Late Night Show 1
Iris Chacón Late Night Show 2
Iris Chacón Late Night Show 3

Unbelievable! Umbilibebol! Menos mal que pasa el tiempo.
Este post se lo dedico a Manny el de Memorias de un Cabr.n confundido!
¡Seguro con esto te olvidas de Yolandita! En este vídeo parece una secretaria del Centro Médico. ¡Menos mal que pasan los años!

¡Te voy a dar una gaznatá!

Esto para la historia. Una de las cosas más surreales y cómicas que he visto. Hace muchas lunas, muchas lluvias lo había visto pero no lo recordé hasta que me compré el CD de Michael Bublé titulado con su nombre (100% recomendado) que incluye esta famosísima canción de Eddie Cooley y John Davenport. Con lo estrictos que eran en mi casa si veían una escena de cabaret en Plaza Sésamo iban a poner la misma cara que el Cardenal Aponte Martínez con cierto anuncio de productos para el mantenimiento vehicular. Les dejo Fever con la interpretación de Rita Moreno y la Bestial percusión de Animal!

La Tumba de las Luciérnagas.

La Tumba de las Luciérnagas es un MUST SEE!. El nombre en japonés es Hotaru no haka (1998) y es un filme de animación de Isao Takahata basada en la novela de Akiyuki Nosaka del mismo nombre. La historia de por sí ya es increíble un niño nos cuenta su vida durante y después del ataque nuclear a Japón. La animación ciertamente la respeta y embellece. Echenle un ojo a la dirección, al movimiento al encuadre todo es espectacular. Para aquellos que piensan que el anime es solamente Pokemón o superpoderes, peleas, espadas, puños y patadas pues que sepan que también hay dramas muy buenos, fantasía con temas ecológicos como El Viaje de Chihiro o Spirited Away una joya de la animación de todos los tiempos del realizador Hayao Miyazaki y quien también escribió y dirigió Princess Mononoke.

Tuve que cambiar este post porque estaba en YouTube y ya la sacaron. Igual vale la pena alquilarla y si usted se arriesga con el anime cómprela. En Puerto Rico hay dos lugares donde se podrían conseguir, en Televideo en Hato Rey y en un lugar en Río Hondo o cerca que no recuerdo como se llama pero se especializa en cine extranjero aparentemente. En fin una lástima. Quizás por postearlo lo sacaron. Ya saben que en nuestro sistema la cultura tiene un precio muy alto así que voy a poner una lista de películas que creo que son vitales con sus respectivos links y ustedes escogen las que les agraden. Solamente voy a incluir cine extranjero y si algún filme norteamericano-hollywoodense vale la pena lo añadiré, pero conociéndome seguro no pongo ninguna o las cuento con los dedos de las manos. (Bueno no es para tanto pero me enfocaré en las extranjeras desde Latinoamérica hasta Oriente).

El tema inevitable...

No podré escapar del tema. Pero no quiero opinar sobre lo atroz que representa un asesinato de quién sea, bajo cualquier circunstancia, por cualquier razón. Ni pretendo hacer valoraciones de quien tiene la mayor parte de la culpa, ni de cómo funciona la mente del agresor. Yo tengo clara mi opinión al respecto, no todo el que comete un acto atroz está loco. Un loco puede ser un homicida pero se me hace difícil creer que un loco sea un asesino y que cometa esas cosas con premeditación y de una manera tan calculadora y fría. Tampoco creo que haya una razón de ultratumba o sobrenatural para eso. Hay seres que simplemente violan las reglas sociales, y hacen cosas indebidas deliberadamente. Y en este tema que ha resultado imposible de evitar, no por insensibilidad sino por hastío, escucho a los medios y a la gente hablar de la locura y eso me resulta hasta cierto punto una justificación. A un loco no se le puede culpar por lo que hace porque no lo hace a mansalva, lo hace bajo un ataque de furia, desesperación o una inexplicable forma pero le es hasta cierto punto ajeno a su voluntad o simplemente fuera de razones. En este caso están claras las razones, aunque ni siquiera supiera explicarlo decentemente en esos 23 clips que dejó como recuerdo y autoglorificación. No he tenido que mencionar ni el lugar ni el perpretador para que sepamos de quién hablo. Así que no le haré más publicidad.

Realmente lo que llama mi atención aquí es lo relativo de todo. Veo gente llorando en cada esquina, atacados, apesadumbrados, impactados, amedrentados, enojados etc. etc. Mientras las cadenas de tv, la radio, los diarios y demás medios hacen su agosto de la noticia y multiplican sus ganancias con una noticia local y allá afuera todos los días desde que empezó la guerra se muere gente violentamente en un lugar que invadimos por su potencial de violencia, y sus supuestas armas nucleares. Hoy no hay armas, y con nuestra llegada tampoco vino la paz. Llevo 4 años esperando ver una pesadumbre parecida en los ojos de la gente cuando camino por la calle. Ha sido infructuso excepto por un par de "hippies locos y pasados de moda" entre los que dignamente me incluyo.

La misma semana del ataque a la universidad hubo un ataque en Bagdad que dejó como 200 muertos, y centenares de heridos, nadie supo nada, a nadie le afectó demasiado. Encima entre el egoísmo y la corta memoria que tiene la humanidad permiten que vuelvan a construir un muro, esta vez para dividir chiítas y suníes. ¿No son humanos también? ¿Ah, que están en guerra? ¿Contra quién está en guerra un niño? ¿O una madre? o igual un estudiante de universidad, porque allá también hay o había universidades. ¿La guerra justifica que caiga una bomba en su casa, en su barrio y vuelen cientos de personas? ¿Cuál es la diferencia? Simple. Ahora un soldado se sienta en su tanque de guerra, o en su avión y espera instrucciones que pasan por una serie de señores con estrellitas en la solapa y que provienen de un encorbatado con oficina llena de fotos de la familia. Y todo se basa en apretar botones, eso es asesinato ascéptico, limpio de sangre y parece que eso nos parece más sensible o menos despiadado aunque se mueran cientos más de manera más cruel.

La guerra nos parece ajena y por eso nos importa poco. Si no hay sangre no es grave. Si no pasó en la capital de la publicidad no es grave. Sabemos que eso es falso. Desde la guerra del Golfo nuestra perspectiva sobre la guerra es distinta, ahora es televisada. ¿Y cual es la diferencia entre eso y un filme de ficción? Ambos provienen del aparato más importante para la diversión humana. Podemos ver el cohete que se va a matar a unas decenas de personas y no nos resulta tan dramático ni está visualmente tan bien construido como una escena del último dramón hollywoodense.

¿Conforme más información tenemos más insensibles somos? ¿cómo se puede si se supone que el conocimiento es poder? ¿cómo sabemos esas cosas y no nos afecta igual? ¿será porque tenemos información equivocada? ¿porque la información que se nos da está viciada? Partiendo de que toda pregunta tiene incluída su respuesta no me queda más que decir.


Créditos:
Foto 1 NBC - Cho Seung Hui
Foto 2 Al menos 200 muertos El País, España
Ilustración 1 Tropical Toxic


Guantanamero, soy preso guantanamero.


Me odiaba mi primo,
por celos de mi carrera. (2)

Lo arrestaron y dijo
que terrorista yo era.

-coro-
Guantan
emero, Soy preso Guantanamero
Guantanamero,
Soy preso guantanamero.

Ha decidido el Imperio
Guardarme por siempre preso. (2)

Y la cuestión es hacerlo
Con o sin falso proceso.

Cuando me hieren el cuerpo
dicen que no me torturan. (2)

Me dan de esas heridas profundas
de esas que nunca se curan.

-coro-
Guantanemero, Soy preso Guantanamero
Guantanamero, Soy preso guantanamero.

No me permiten que duerma
mi fin no es un misterio. (2)

Voy a salir cuando muera
o caiga el gran Imperio.


No tengo que comentar nada al respecto que todo esto se explica muy bien solito. Justicia.

De añoros y ausencias

Aunque nunca he estado en el Olimar una parte de mi pertenece a ese lugar. Mi niñez me abandonó al ritmo de los acordes orientales, de la música de los pagos, y de otras tierras sudamericanas. Papá coleccionaba música y a la vuelta de alguna migración forzada por falta de trabajo trajo un disco de vinilo que atesoraba como cualquier alhaja, La Niña de Guatemala, del dúo Los Olimareños. Yo tenía unos cinco años y ya pedía la oportunidad de escoger la música que se escuchaba ritualmente durante todo el día, todos los domingos. Me costó mucho trabajo ganarme la confianza para acercarme a la vieja vitrola pero valió la pena. Aprendí a amar ese sonido que hace la aguja de diamante cuando toca el borde del disco, ese ruido que bautiza todo de nostalgia, un ruido que asociamos con todo lo viejo, con aquel pasado que siempre se añora.

Crecí añorando tiempos que no viví. Escuché sobre Artigas, Bolívar y San Martín antes que del Lobo y Caperucita. Mi edad no alcanzaba los dos dígitos y ya me había contado mi viejo sobre la dictadura, la censura y la tortura. Algún día más temprano que tarde comprendí por qué el lobo se disfrazaba de abuelita y por qué la caperucita era roja. También supe que el cuento no siempre acaba de la misma manera. Aprendí sobre el exilio, y sobre esos que no pueden ponerle música a la verdad porque demasiados oídos necios, bajo conciencias oscuras no pueden soportarlo y mucho menos entenderlo.

Crecí extrañando lugares donde no estuve. Lugares que están llenos de historia, colectiva e individual. Algunos aunque los he visto albergar mucho dolor también albergan proporcionales o superiores fuerzas. Lugares dónde puedes preguntarle a la gente sobre la esperanza y aunque no sepan decirte que és la ponen en práctica mientras enormes grietas en el deteriorado asfalto te responden con flores brotando en amarillo.

Vivo queriendo volver a donde no se puede regresar; a donde tampoco estuve nunca. Regresar al tiempo aquel donde con la palabra bastaba. Donde el campesino no lo tenía todo pero no le faltaba nada. A esos tiempos en que según el viejo las puertas no tenían cerradura, tiempos en que sabías quién era tu vecino, y en los que luego de mucho caminar aún no encontrabas ni pavimento, ni suciedad. Quisiera viajar como en aquellos tiempos en que perderse significaba encontrarse mientras descubrías a otros.

Ando buscando llegar a lugares que ya no existen. El Olimar ya no es quizás como yo lo imagino, quizás nunca lo fue, quizás fue mejor. Sólo puedo recurrir a los libros, a las fotos en sepia y a mis lugares imaginados producto de la idealización forjada con los cuentos de quincallero que repetía el viejo cuando estaba de buen humor y menos cansado que de costumbre. Me tocó construirlos con sus recuerdos inexactos y las canciones que la vitrola me permitía oír en la distancia y que daban vida a todo eso que parecía un mito.

Amé tanto o más que mi viejo aquellos discos de vinilo. Pasé por los años mozos explorando toda la música que un adolescente exploraría pero nunca me acabé de sintonizar con alguno en particular. Cuando el viejo se murió abandoné la sana costumbre de los domingos y con el tiempo renuncié a escuchar cualquier tipo de música. De vez en cuando me sorprendía tarareando una canción pascuense que cantaban López y Guerra y aunque ignoraba su significado servía de onomatopeya tanto a la lluvia como a mis tristezas. Hace ya algunos años que me sinceré con mi Euterpe. Volví a querer los domingos, y esas se convirtieron en las voces y guitarras que de todas las voces y guitarras sobre la faz de la tierra más me agrada escuchar. Descubrí lo que aquella canción significaba y a los compositores detrás de sus canciones. Descubrí que de lo que Rubén Lena, Alfredo Zitarrosa y Víctor Lima hablaban en sus canciones no son sólo lugares definidos por coordenadas sino estados afectivos que contenemos todos aquellos a quienes la conciencia nos permite escuchar y nos corre sangre por las venas.

Ahora que el viejo no está no puedo reclamarle por todo lo que hizo mal, pero tampoco puedo agradecerle por todo lo que hizo bien. Ahora entiendo lo importante que era el ritual de los domingos, aquello que se ponía en un plato giratorio no era solamente un acetato, era un pedazo de memoria engalanada de sentimiento. Era arte y voz de pueblo simultáneamente. Hoy, todos los días tengo unos minutos de domingo, y aunque son distintos y la vitrola moderna cabe en el bolsillo de vez en cuando cierro los ojos y regreso a mi casa. El viejo sigue allí, pensativo, recostado en la hamaca que había colgado en el taller, contándome lo dura pero feliz que era la vida en el campo y los sueños de tener una tierrita en ese lugar cercano al río que le robó el aliento. Regreso de vez en cuando a allí, a ese punto en que me tocaba cambiar de lado el disco, y me pierdo en el ruido del borde, para encontrarme oyendo al Olimar en un par de voces y aprovecho para extrañar la ausencia de padre y patria.












A Los Olimareños B. López y P. Guerra por hacer, con música y sacrificio,
patria en almas extranjeras.

P.D.

Por supuesto que los tienen que escuchar.
A Don José (de Rubén Lena)
El Orejano (de JC Cobián) Corregido. Disculpas por el error.

Yo se que en el pago me tienen idea
por eso a los que mandan no les "cabresteo",
porque despreciando las huellas ajenas
se abrirme caminos pa' dir donde quiero.

Porque no me han visto "lamber la coyunta"
ni andar hocicando pa' hacerme de un peso
y saben de sobra que soy "duro e' boca"
y no me asujeta ni un "freno mulero".

Porque cuando tengo que cantar verdades
las canto derecho nomás, a lo macho.
Aunque esas verdades amuestren bicheras
donde "naides creiba" que hubiera gusanos.

Porque el "copetudo de riñon cubierto"
pa' l no usa leyes ningún comisario
lo trato lo "mesmo" que el que sólo tiene
chiripa' de bolsa pa' taparse el rabo.

Porque no me llenan con cuatro mentiras
los maracanaces que vienen del pueblo
a elogiar divisas ya desmerecidas
y hacernos promesas que nunca cumplieron.

Porque cuando traje mi china pal' rancho
me olvidé que hay jueces pa' hacer casamiento,
y que nada vale la mujer más buena
si su hombre por ella no ha paga'o derecho.

Porque mis gurises los he criao infieles
aunque el cura grite que irán al infierno,
y digo a'onde cuadre que pa nada sirven
los que sólo pasan "pirinchando" el cielo.

Porque aunque no tengo donde caerme muerto
soy más rico que esos que agrandan sus campos
pagando en "sancocho" de tumbas resecas
al pobre peón que echa los bofes pinchando.

Por eso en el pago me tienen idea,
porque entre los ceibos estorba un quebracho,
porque a todos ellos le han puesto la marca
y tienen envidia de ver mi orejano.

Y a mi que me importa, soy chúcaro y libre
no sigo a caudillos ni en leyes me atraco
y voy por los rumbos clareaos de mi antojo
y a nadie preciso pa' hacerme baqueano.

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Le mostré esta canción a un amigo que le agrada la música comercial. Esperaba que me gritara o se quejara. Me soprendió agradablemente oírle decir "está muy buena esa música". Yo sé que hasta los cegatos se deslumbran con el sol, y los que no lo ven simplemente se queman. Es un orgullo y privilegio para mí compartir esto con otros. Qué lo disfruten como yo, o más.

Del vinilo rojo al vinilo negro

Para 1991 yo tenía como 11 años. Mientras mi madre hacía pedazos los pocos platos que quedaban, pues nunca ha sido muy delicada que digamos, yo veía televisión. En el tiempo en que ya todas las casas tenían televisores grandes a color y con control remoto el nuestro era un televisor pequeño en blanco y negro de esos de botones de rueda que fracturaban dedos. Seguro aquel televisor nació en los 60's como mi madre. Tantos aires de flower power le vuelan la cabeza a cualquiera, no los culpo. Ella no sintonizaba con nadie y el televisor lo sintonizaba todo a la vez. Ella no era culta, ni lo es ahora, mucho menos refinada, es simplemente la materialización de profundos dolores, solitarios y colectivos, víctima y fruto de las soledades que la han rodeado siempre. Nunca está muy pendiente de nada, sólo de hacer los quehaceres y ni siquiera como mejor puede sino lo más rápido posible. Nunca sin murmurar maldiciones y arrepentiemientos, eso no puede faltar, eso es tan vital como el jabón.

Jamás la vi contenta, ahora que llegué al umbral de los 30's puedo entender lo que veía entonces, y siempre vi una mujer triste, dolida y lo más grave, resignada. Nunca fue cariñosa, ni detallista, ni hacen lo que las madres fabulosas de los anuncios de Suavitel hacen mimar, acariciar a sus hijos y correr por la campiña todas bellas y regias. Yo ni siquiera recuerdo haberla oído reirse a carcajadas en todo lo que llevo de vida. Quizás aquella tarde de aquel año mientras pasaban las noticias sobre los premios Grammy, le vi algo distinto. En el resumen noticioso habían reseñado el galardón por la carrera de Bob Dylan. Yo ni idea tenía de quién era el viejito ese que sonaba tan bien. Mi madre como siempre se quedó impávida. Hasta que se dió cuenta que este pequeño torbellino se había quedado inamovible oyendo una canción. Por primera y creo que última vez en mi vida la vi preguntarme con sinceridad si me gustaba algo. Ya sabemos que la mayoría de los padres dan por sentado que nos conocen absolutamente sólo porque nacimos de ellos, no importa que pasen los años y que ahora detestemos el helado y amemos los vegetales. Inquirió en mis gustos por primera vez y eso me dió casi tanta perplejidad como el viejito. Me perguntó directamente: ¿te gusta Bob Dylan? Recuerdo que me dió algo de vergüenza admitir que me gustaba "un rockero" que no era pelú, ni llevaba maquillaje, ni pantalones de vinyl rojos y lo negué. Es más que obvio que pudo adivinarme, pero dudó y recuerdo que hizo un gesto entre añoro y orgullo de su generación seguido por la desilusión de verme de regreso en mi estado natural desaparecer y aparecer. Ella entonces tenía casi la misma edad que tengo yo ahora y aunque nunca más durante mi adolescencia y juventud vi al señor Dylan en la tele porque en aquel tiempo los pobres del campo no teníamos cable. Nunca se me olvidó su nombre.

Hace unos años, cuando yo tenía la edad de ella en aquel momento. Recordé esa nota mental y me dediqué a buscar al señor Dylan en todos lados. Y me lamenté de no haberlo hecho antes porque la vida musical de cualquier ser humano cambia cuando empezamos a descubrir la música de vinilo negro y dejamos atrás el ruido y los pantalones de vinilo rojos con todo lo que ello representa. Aunque aún conservo alguno que otro cd de aquellos tiempos. Hace unos meses una persona que aprecio mucho me regaló el soundtrack de la película Wonder Boys donde Dylan canta el track oficial Things Have Changed. Allí había una puerta y descubrí a Tim Hardin, a Joan Báez, a Neil Young, Johnny Cash y la música folk de los 60's. Comencé a conocer a Arlo Guthrie y la música de su padre Woody alguien que para mi era impensable, un socialista norteamericano que hacía música de protesta. También descubrí muchas otras cosas de la historia norteamericana que me resultan tan raras e interesantes como una estatua de Artigas en plena Avenida de la Constitución en Washington. (ja!)

Hace mucho que no veo a mi madre, las distancias a veces traen más beneficios que dolores. No le llamo porque siempre me grita, no le escribo porque no me contesta. Mientras viví con ella simepre pensé que me desconocía y que éramos demasiado disímiles. Hoy no tengo tanta seguridad de ello y pienso que quizás nos parecemos más de lo que sospechamos. Al menos tenemos algo en común, el buen oído o quizás dolores parecidos que abren grietas similares por donde solamente caben ciertos versos y ciertos acordes.



P. D.
Les dejo unas recomendadas. Espero que las disfruten.

(En vivo, mi canción preferida, mi interpretación preferida)
Bob Dylan Mr Tambourine Man
Neil Young Old Man
Johnny Cash Redemption

Bob Dylan & Johnny Cash
Thousand Miles Behind, Girl from the North Country
Bob Dylan & Joan Baez Blowing in the Wind
Arlo Guthrie Walking down the line

¡La ñapa!
De la tele, de la infancia. ¡Descúbrela!
Ríete y luego lamenta la edad. Jajaja!
¿Alguna duda?

Rostros vemos, si hacen arte o no lo sabemos. (O deberíamos)

Todo es bello, perfecto, limpio, ascéptico como en una sala de operaciones. En las artes si no hay gérmenes, si no hay errores, si no se es imperfecto, no tiene ningún sentido. Arte es la expresión plástica, lingüística o sonora de la actividad humana mediante la cual se manifiesta una visión personal sobre lo real o imaginado.

Hoy vas a rentar una película y lo que ves en las portadas de cine Hollywoodense es un despliegue de músculos y curvas sólo siliconalmente posibles. Caras que parecen salidas de un laboratorio nazi que logró su objetivo de obtener la raza aria pura.

Quién sabe qué buscaba cuando me topé con un clip del filme Zorba, el griego y me entró una gran nostalgia al ver a Anthony Quinn en su papel de Alexis Zorba. Pensé ya no hay anthonyquinns en el cine. Ha sido sustituido su gesto genuino, particular, por caras con la eterna expresión de modelos de alguna casa de moda.

Y es que actuar se ha convertido en un boom para los adonis y venus de la vida diaria que quieren llegar a ser Midas. Hoy todas las beldades quieren ser actrices y cantantes. No veo el día en que se apiaden de nuestros oídos y entiendan que el llenar los estándares de belleza que tenemos en nuestra sociedad actual no significa que tenemos necesariamente talento para las artes y más aquellas tan serias como ser cantor.

Hay un filme del 2002 inspirado en la novela de Graham Greene que me parece que demuestra claramente lo que quiero decir y es El Americano Impasible (Miramax) o The Quiet American (Imdb). Por un lado tenemos al veterano actor Michael Cane y por el otro a Brendan Fraser. Y el filme está muy bien excepto por Brendan Fraser. Tienes toda la presencia escénica de Michael Cane y el rostro inexpresivo, seco de Fraser. No solamente se trata de si el personaje lo requiere o no, no es lo mismo ser seco que expresarlo.

La vi hace mucho tiempo en el cine pero aún recuerdo la escena en Michael Cane que se encierra a llorar en un baño al darse cuenta de que su mujer le está siendo infiel con el médico (Fraser). Esa escena es una de las que más me han marcado en mi vida como espectador. En la escena lo ves desde arriba, como si fueras Dios, lo ves ahí humano, pequeño, mínimo, y sufriendo amargamente, se echa al suelo a llorar y te atrapa en el filme de tal manera que sufres con él. Minutos después te encuentras con la cara de Fraser que ni siquiera te provoca la sensación de inofensividad que requiere el personaje. Terminas en una montaña rusa de sensaciones como si hubiesen dos filmes paralelos. Una actuación, sólamente una, puede hacer una gran diferencia en un filme, y todo lo que perdió éste a manos de un sólo actor "guaperas" es increíble. Más de uno me dirá que tiene que ver con la diferencia generacional, la experiencia de las tablas, la experiencia de la vida de Cane. Yo pregunto qué hubiese sido del filme si en lugar de Fraser hubiese estado Edward Norton. Creo que habría diferencias abismales.

Afortundamente directores como JP Jeunet y Marc Caro reconocen eso y escogen bien a sus actores. Ambos saben cómo comunicar con el físico de éstoss. A veces los rasgos de un actor comunican tanto o más que sus gestos o su interpretación. Y hablo de los rasgos humanos, imperfectos. En el caso de Jeunet director de una de los mejores filmes franceses de todos los tiempos, Delicatessen, cuenta con Dominique Pinon y Marie-Laure Dougnac como protagonistas. Ambos tienen rostros atípicos, usan espejuelos gruesos, o no conservan las clásicas proporciones de lo que hoy llamamos bello y que todos los años monótonamente se repite en Miss Universo o en MTV.

Bueno me repito una y otra vez como disco rayado. Hay diferencias entre cine comercial, y el cine que es arte. Hay caras que son comerciales, que venden. Y hay caras que, independientemente sean consideradas bellas o no, comunican que son y que logran hacer obras de arte.