Rostros vemos, si hacen arte o no lo sabemos. (O deberíamos)

Todo es bello, perfecto, limpio, ascéptico como en una sala de operaciones. En las artes si no hay gérmenes, si no hay errores, si no se es imperfecto, no tiene ningún sentido. Arte es la expresión plástica, lingüística o sonora de la actividad humana mediante la cual se manifiesta una visión personal sobre lo real o imaginado.

Hoy vas a rentar una película y lo que ves en las portadas de cine Hollywoodense es un despliegue de músculos y curvas sólo siliconalmente posibles. Caras que parecen salidas de un laboratorio nazi que logró su objetivo de obtener la raza aria pura.

Quién sabe qué buscaba cuando me topé con un clip del filme Zorba, el griego y me entró una gran nostalgia al ver a Anthony Quinn en su papel de Alexis Zorba. Pensé ya no hay anthonyquinns en el cine. Ha sido sustituido su gesto genuino, particular, por caras con la eterna expresión de modelos de alguna casa de moda.

Y es que actuar se ha convertido en un boom para los adonis y venus de la vida diaria que quieren llegar a ser Midas. Hoy todas las beldades quieren ser actrices y cantantes. No veo el día en que se apiaden de nuestros oídos y entiendan que el llenar los estándares de belleza que tenemos en nuestra sociedad actual no significa que tenemos necesariamente talento para las artes y más aquellas tan serias como ser cantor.

Hay un filme del 2002 inspirado en la novela de Graham Greene que me parece que demuestra claramente lo que quiero decir y es El Americano Impasible (Miramax) o The Quiet American (Imdb). Por un lado tenemos al veterano actor Michael Cane y por el otro a Brendan Fraser. Y el filme está muy bien excepto por Brendan Fraser. Tienes toda la presencia escénica de Michael Cane y el rostro inexpresivo, seco de Fraser. No solamente se trata de si el personaje lo requiere o no, no es lo mismo ser seco que expresarlo.

La vi hace mucho tiempo en el cine pero aún recuerdo la escena en Michael Cane que se encierra a llorar en un baño al darse cuenta de que su mujer le está siendo infiel con el médico (Fraser). Esa escena es una de las que más me han marcado en mi vida como espectador. En la escena lo ves desde arriba, como si fueras Dios, lo ves ahí humano, pequeño, mínimo, y sufriendo amargamente, se echa al suelo a llorar y te atrapa en el filme de tal manera que sufres con él. Minutos después te encuentras con la cara de Fraser que ni siquiera te provoca la sensación de inofensividad que requiere el personaje. Terminas en una montaña rusa de sensaciones como si hubiesen dos filmes paralelos. Una actuación, sólamente una, puede hacer una gran diferencia en un filme, y todo lo que perdió éste a manos de un sólo actor "guaperas" es increíble. Más de uno me dirá que tiene que ver con la diferencia generacional, la experiencia de las tablas, la experiencia de la vida de Cane. Yo pregunto qué hubiese sido del filme si en lugar de Fraser hubiese estado Edward Norton. Creo que habría diferencias abismales.

Afortundamente directores como JP Jeunet y Marc Caro reconocen eso y escogen bien a sus actores. Ambos saben cómo comunicar con el físico de éstoss. A veces los rasgos de un actor comunican tanto o más que sus gestos o su interpretación. Y hablo de los rasgos humanos, imperfectos. En el caso de Jeunet director de una de los mejores filmes franceses de todos los tiempos, Delicatessen, cuenta con Dominique Pinon y Marie-Laure Dougnac como protagonistas. Ambos tienen rostros atípicos, usan espejuelos gruesos, o no conservan las clásicas proporciones de lo que hoy llamamos bello y que todos los años monótonamente se repite en Miss Universo o en MTV.

Bueno me repito una y otra vez como disco rayado. Hay diferencias entre cine comercial, y el cine que es arte. Hay caras que son comerciales, que venden. Y hay caras que, independientemente sean consideradas bellas o no, comunican que son y que logran hacer obras de arte.

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